La experiencia no tiene valor ético alguno, es
simplemente el nombre que damos a nuestros errores.
Uno debería estar siempre enamorado. Por eso
jamás deberíamos casarnos.
Estoy convencido de que en un principio Dios
hizo un mundo distinto para cada hombre, y que es en
ese mundo, que está dentro de nosotros mismos, donde
deberíamos intentar vivir.
Las preguntas no son nunca indiscretas. Las
respuestas, a veces sí.
Cínico: un hombre que sabe el precio de todo y
el valor de nada.
Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le
enfurezca más.
La mejor manera de librarse de la tentación es
caer en ella.
Los niños comienzan por amar a los padres.
Cuando ya han crecido, los juzgan, y, algunas veces,
hasta los perdonan.
El trabajo es el refugio de los que no tienen
nada que hacer.
La única manera en que un hombre debe
comportarse con una mujer es: haciendo el amor con
ella, si es bonita, o con otra, si es fea.
Sólo hay una cosa en el mundo peor que estar en
boca de los demás, y es no estar en boca de nadie.
La única diferencia que existe entre un capricho
y una pasión eterna es que el capricho es más
duradero.
Lo único capaz de consolar a un hombre por las
estupideces que hace, es el orgullo que le
proporciona hacerlas.
No existen más que dos reglas para escribir:
tener algo que decir y decirlo.
Hay que simpatizar siempre con la alegría de la
vida. Cuanto menos se hable de las llagas de la
vida, mejor.
Haría cualquier cosa por recuperar la
juventud... excepto hacer ejercicio, madrugar, o ser
un miembro útil de la comunidad.
Las mujeres feas son celosas de sus maridos. Las
bonitas no tiene tiempo, ¡están siempre tan ocupadas
en estar celosas de los maridos de los demás...!
La risa no es un mal comienzo para la amistad. Y
está lejos de ser un mal final.
Hablan mucho de la belleza de la certidumbre
como si ignorasen la belleza sutil de la duda. Creer
es muy monótono; la duda es apasionante.
Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo
peor: que no hablen.